Todo viaje comienza con un deseo, un sueño, una ilusión. Como si te prepararas para vivir una película. En este caso concreto, la visita a Nueva York de ocho días tenía muchos objetivos, una lista de cosas para hacer y lugares que visitar. ¿Para qué se viaja? Cada persona tiene sus motivos. Compartir experiencias con quien te acompaña, hacerse fotos en lugares icónicos, probar alimentos diferentes, ver de cerca un cuadro famoso, pasear por calles y confundirte con una multitud posiblemente tan despistada como tú. En el viaje buscamos una excusa que va enlazando los días y la actitud. En este caso concreto era buscar una cafetería de sofás rojos donde probar una porción de tarta de cerezas y que te sirvieran café las veces que quisieras.
Nos costó, pero finalmente lo encontramos. Fue en Brooklyn, justo antes de nuestro recorrido por Dyker Hights, el barrio de las casas que adornan exageradamente para Navidad. Antes de entrar en esas calles, estaba Blossom Diner, donde estuvimos un buen rato sentados y sintiéndonos de allí. Por un momento. Como si viviéramos en una película.
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