El cuarto libro de En busca del tiempo perdido nos habla del amor entre personas del mismo sexo. El narrador asiste atónito al encuentro sexual entre el Sr. de Charlus y Jupien y le recuerda la ceremonia de polinización de un insecto y una flor ("una naturalidad cuya belleza iba en aumento"). Continua la observación del mundo de la aristocracia en los salones de los Sres. de Guermantes y vuelve a contarnos la atracción que siente por Albertine Simonet, una chica que tiene muchos misterios (intuye que le gustan las mujeres), lo que hace que esta relación esté repleta de contradicciones.
Sodoma y Gomorra se publicó en 1922. Ese año, Proust -enfermo de asma- sufrió una neumonía y falleció. El capítulo de la Biblia sobre la inmoralidad sexual sirve de título a la contemplación de un universo en el que el deseo y las forma sociales son analizados como motor de la vida, siempre acompañados de la música, los cuadros o los libros.
"La princesa tenía la costumbre de decir a sus invitados, cuando se los encontraba unos días antes de sus veladas: "¿Vendrá usted, verdad?", como si tuviera un gran deseo de hablar con ellos, pero, como no tenía nada de que hablar, al contrario, con ellos, en cuanto llegaban ante ella, se contentaba con interrumpir un momento, sin levantarse, su vana conversación con las dos altezas y la embajadora y dar las gracias diciendo: "Es muy amable por haber venido", no porque le pareciera que el invitado había dado muestras de amabilidad al acudir, sino para aumentar más la suya..."
