En 1922, 23 fragmentos de pinturas murales de la ermita mozárabe soriana de San Baudelio (propiedad entonces de los vecinos de Casillas de Berlanga) fueron vendidos por 65.000 pesetas a un anticuario de Barcelona. Las paredes de la iglesia fueron cubiertas por lienzos preparados para la extracción de las pinturas -que se cree que datan del año 1125-. El proceso de retirada de estas imágenes culminó en 1926 y contó incluso con una sentencia del Tribunal Supremo que declaraba legal la venta. Con el tiempo, llegaron a los museos de Boston, Indiannapolis, Cincinnati y, en Nueva York, The Cloisters Museum. En la ermita solo quedaron las huellas de los dibujos. Una sombra, nada más.
En 1957 vuelven a España 6 piezas. A cambio, el gobierno español tuvo que entregar al Metropolitan (de quien depende The Cloisters), piedra a piedra, una iglesia segoviana: el ábside de la iglesia románica de San Martín de Fuentidueña.
Las 6 pinturas están en el Museo del Prado y, desde hace unos meses, en una nueva sala en la que se recrean los arcos y la columna central de un espacio que recuerda a una mezquita (evocando el espacio original del que proceden). Estos cuadros son:
LA CACERÍA DE LIEBRES (un cazador montado a caballo que anima a tres perros a perseguir a dos liebres, se interpreta como la dificultad para llegar al triunfo)
LA CACERÍA DEL CIERVO (un cazador en pie lanza una flecha contra un ciervo que tiene clavada otra, viene a representar el daño y el dolor que provoca el hombre en el alma)
EL ELEFANTE (significa la humildad y lleva a sus espaldas un castillo con tres torres que representan la enfermedad y las miserias de la vida, es un animal completamente ajeno a lo conocido en la profunda Castilla y lógicamente pintado por lejanas referencias)
EL OSO (alusión a la fuerza del mal)
EL SOLDADO (lleva lanza y escudo redondo)
LA CORTINA (12 círculos con águilas en su interior, tipo decorativo en textiles islámicos)
La columna-palmera de San Baudelio representa, de algún modo, el nexo entre lo celeste y lo terrenal, un vínculo entre lo divino y lo profano. Las representaciones animalísticas son muy frecuentes en las pinturas mozárabes (asimiladas, a su vez, por el cristianismo) y tienen la intención de adoctrinar al pueblo sobre la lucha entre el bien y el mal.
A mi estas historias sobre el espolio al que se vio sometido nuestro patrimonio histórico y artístico me pone del revés, aún más si hay una sentencia por medio.
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