Doña Mayor Guillén de Guzmán (1205-1262) era una de las jóvenes más hermosas de la corte de Fernando III. Hija de don Guillén Pérez de Guzmán (adelantado mayor de Andalucía) y de María González Girón, fue educada en las formas y en las actitudes de alguien que poseía una figura esbelta, cabellera rubia, ojos claros y maneras de saber estar en sociedad. Tal es así que pronto despertaría la curiosidad (y el amor) del joven infante Alfonso de Castilla (más tarde Alfonso X el Sabio), a quien destinarían en matrimonio con la princesa Violante de Aragón (hija de Jaime I) pero a la que tuvo que esperar a que alcanzara la mayoría de edad. Mientras tanto, Mayor y Alfonso tuvieron una niña: Beatriz, que en el futuro se casaría con Alfonso III de Portugal, convirtiéndose -de este modo- en reina. Cuando Alfonso X se casa, Mayor decide retirarse de la corte, en el sentido más estricto de la palabra: se va al escondido pueblo de San Miguel del Monte (Guadalajara) y, unos años antes de morir, funda un convento de clarisas que se convertiría en refugio y en su peculiar obra espiritual. Porque el rey no la olvidó: le dejó señoríos en la comarca denominada Hoya del Infantado, zonas ricas en cerales y viñas (Cifuentes, Alcocer, Palazuelos, Viana) para que Mayor pudiera defenderse en la vida.
Su cuerpo fue enterrado en el monasterio de las clarisas, pero situado en un punto alejado y mal comunicado (a orillas del río Guadiela, en tierras hoy ocupadas por el embalse de Buendía) las monjas deciden trasladar el monasterio en 1373 (con el visto bueno del rey Enrique II) al centro de la villa de Alcocer. Y se llevan con ellas el cadáver de su fundadora. Que estaba en un féretro que, por lo visto, era una verdadera maravilla de escultura funeraria medieval (y esto lo demuestra el contrato del manuscrito del encargo que le hace el capellán de la reina Beatriz de Portugal al artista Juan Gonçalves, firmado en Burgos el 24 de julio de 1276 y pactado en 450 dinares, pagaderos en cuotas: una obra en madera de nogal, con relieve policromado de la figura de la muerta y con ángeles a la cabeza y al pie, contrato subastado en Christie´s en 2009 y vendido a un estadounidense por unas 10.000 libras).
Pero cadáver y féretro fueron abandonados a la suerte en los acontecimientos de destrozos de conventos en el año 1936: no se sabe nada de ninguna de las dos cosas (hay testimonios de principios del siglo XX de alguien que vio la momia de doña Mayor y pudo acreditar la belleza de los rasgos y la pose serena en la que estaban conservados). Aunque la historia del convento de las clarisas de Alcocer reaparece para la historia en la universidad de Massachussets (Estados Unidos) en 2007: un manuscrito de 100 páginas escrito de puño y letra por las monjas y que cuenta las gracias y mercedes que los monarcas les otorgaban y los detalles de la vida cotidiana y los nombres de las moradoras, desde el siglo XIV hasta que tuvieron que salir pitando de allí (libro que apareció en 2003 en una librería de Oviedo).
Hoy día, del convento de las clarisas de Alcocer no queda nada: la planta del edificio (propiedad particular) ha quedado abandonada a la mala suerte de los nuevos tiempos, pero tras sus muros se puede adivinar la historia de doña Mayor y la curiosa relación que corte e iglesia mantuvieron durante tantos siglos en la historia social y cultural de España.
Menuda historia, estas historias de la historia son las que convierten los hechos en algo más tangible, alejado de tantas fechas, algo mucho más humano.
ResponderEliminarPracticamente la historia de mi vida. No se por qué no me metí a clarisa. Bueno si lo se.
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