Fue en el s.XIII cuando la judería de Tarazona vivió su etapa de esplendor. En el siglo siguiente, en la guerra entre Aragón y Castilla (la guerra de los dos Pedros), fue Pedro IV el Ceremonioso de Aragón el que decide repoblar la ciudad de judíos tras el saqueo al barrio (por carecer de murallas). A los pies del actual Palacio Episcopal un conglomerado de calles cercanas a las Casas Colgadas -en la calle Conde, edificios construídos en saledizo aprovechando el adarve de la muralla del barrio del Cinto, casas donde vivía la nobleza- y que son Judería y Rúa Alta y Baja de Bécquer, que formaban un entorno cerrado por tres puertas. En el s.XV una nueva judería se añade a la anterior y, donde según documentos existentes, llegarían a vivir unas 60 familias en la aljama de Tarazona. Arcos tapiados y ventanas cegadas son las huellas que quedan de ese pasado. Por el llamado Arco de Santa Ana se pasa a la calle Marrodán, que ya no es barrio judío propiamente dicho, donde está el restaurante Saboya 21 que ofrece maravillas como unas filloas de borraja con corazón de espinaca, salsa de azafrán y piñones o unas manitas de cerdo rellenas de morrones asados y boletus. Lo puedes regar con un Honoro Vera (uva garnacha de Calatayud). Muy cerca está el Ayuntamiento, edificio del siglo XVI con un friso historiado de la entrada de Carlos V en Bolonia para ser coronado Emperador y que, tras sucesivas reformas en la fachada, en 1972 se le colocó una galería de arquillos que vienen a ser una répica del sobreclaustro del monastario de Veruela.
No soy tan culto Deme. Bueno, eso ya lo sabes. Pero tengo un buen amigo de Tarazona y la he visitado en un par de ocasiones. Pienso recomendar a mi amigo estas entradas. Te aviso porque es muy tiquis miquis con lo suyo.
ResponderEliminarUn abrazo
Excelente entrada.
ResponderEliminar