martes, 16 de diciembre de 2014
Alarcón
Un viaje a Alarcón (Cuenca) es como entrar en una aventura medieval de castillos, iglesias, cerros, tabernas, trovadores, puentes, callejones y riachuelos. Visigodos y árabes estuvieron aquí, donde el Júcar da una vuelta tonta para volver a encontrar su camino. El infante Don Juan Manuel (1284-1348) fue dueño y señor del castillo y se construyó para su capricho la torre de los Alarconcillos a las afueras no se sabe muy bien para qué. Luego vino el Marqués de Villena, enemigo de Isabel la Católica, y ocupó el lugar que durante siglos estuvo abandonado a su suerte hasta que llegó el parador de turismo en el s.XX. El ayuntamiento es una construcción de dos plantas del s.XVI, de la misma época que sus dos iglesias principales: la de la Santísima Trinidad y la de Santa María con un maravilloso retablo de estilo plateresco. En la iglesia de San Juan Bautista, el pintor Jesús Mateo ha realizado una interesante pintura mural contemporánea. Desde la distancia, las tres puertas de entrada con sus respectivos perímetros de muralla más o menos conservada, son una carta de presentación perfecta.
Un gazpacho manchego, una costilla de cerdo a la miel y una tarta de queso, acompañado de una botella de vino de Cuenca, cuesta en el Mesón Don Julián 15 euros. Una manera maravillosa de completar una jornada cultural en una villa de ensueño.
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Volviendo a Madrid del Levante he parado unas cuantas veces a comer en el parador. Y otras tantas, mas deprisita, he parado a degustar el maravilloso pepito que preparan en el bar de la plaza.
ResponderEliminarMe gustaría dormir una noche en el castillo. Lo haré.
Visito con frecuencia Madrid pero, nunca he parado en Alarcón. Lo tengo pendiente, siempre paso con prisas y siempre dejo la visita para la próxima vez. Después de leer t entrada me han entrado ganas de visitarlo.
ResponderEliminarSaludos