martes, 22 de marzo de 2016

Las Navas de Jadraque


Si algo nos sorprendió en nuestra visita a Las Navas de Jadraque (Guadalajara), es el amor que los pocos habitantes que tiene el pueblo (27) demuestran en la reparación de sus casas y la puesta en marcha de proyectos culturales y sociales, al frente de cuyos proyectos está Eliseo, el alcalde. Un museo etnográfico, una fragua, dos hornos, un lavadero y un bar comunitario constituyen el foco de atención de la vida milagrosamente conservada en esta localidad de arquitectura negra en la zona comprendida entre el Alto del Rey y el valle del río Cristóbal.

Frente a la iglesia, de pequeñas dimensiones -con porche de madera cubierto por tejadillo y espadaña- se encuentra uno de los hornos cuya parte trasera es circular. El Museo tiene cacharros de cocina, útiles de labranza, cestos, una cama, los pupitres de la antigua escuela, los primeros electrodomésticos, cerámica, baúles...Por tener tiene hasta dos pisos de exposición. En el bar se paga la bebida y se comparte el aperitivo que cada uno lleva de casa. A las afueras del pueblo se encuentran los corrales o majadas, con su característica piedra que, estando como están al borde de una pequeña colina (1.167 metros de altitud), parece un mundo medieval congelado en el tiempo. Como todo pueblo que se precie, también hay un pilón. Y unas calles perfectamente enlosadas con roca gneis.

Nos vinimos de Las Navas con una bolsa de manzanas que nos obsequió un vecino y que procedían de su huerto.

3 comentarios:

  1. Hospitalarios, emprendedores, cuidadores de su arquitectura popular... y con sólo 27 vecinos. Ya quisieran para sí muchas ciudades con miles de habitantes.
    Un saludo

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  2. Todo un ejemplo a seguir el de los 27 vecinos de las Navas de Jadraque. Debe ser un pueblo muy especial.
    Saludos

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  3. Curiosamente son estos pueblos minúsculos de arquitectura negra en Guadalajara y los de la llamada sierra pobre de Madrid los que están mas cuidados.

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