Así ha sido y ahora se insiste en que tras los dos meses de angustia, vendrá un tiempo nuevo. Una época de cuidar la naturaleza y cuidar el espíritu personal. El encierro ha servido para desear con todas las fuerzas del mundo caminar en libertad por los paisajes abiertos y, también, dar más importancia a la tranquilidad de cada uno frente al barullo del entorno.
El futuro se presenta como un gran campo abierto en el que caminar en solitario y descubrirse a sí mismo, respirando con entusiasmo (que llevamos dos meses respirando espacios cerrados y, también, trozos de tela extraña).
Ojalá hayamos aprendido algo.
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