El molino del tío Nicolás tuvo trabajo hasta principios de los años sesenta del siglo XX. Los pueblos cercanos llevaban a moler su trigo y su cebada y él se quedaba una parte como recompensa de su trabajo. Ahora el agua que pasa por debajo no mueve ninguna piedra, ningún mecanismo que apriete los granos para conseguir harina y poder fabricar pan. Es el río Duero, en el trayecto que va desde Hinojosa de la Sierra hasta Garray (Soria).
El molino ya no muele
Y el trigo no da su harina.
Por los cárcavos umbríos
El agua corre tranquila.
Las cucarachas del rodezno
No sienten golpes ni heridas.
El polvo cubre la tolva,
La gruesa piedra no gira.
El agua, por el suelillo,
Salta con dolor, perdida.
Entre juntos y adelfas,
Al pie de un monte de divas,
El molino abandonado
Llora sobre sus ruinas.
Fragmento de "Romance del molino que no muele", escrito por Gabriel Baldrich en 1937.
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