domingo, 9 de diciembre de 2012

La serpiente del templo del aire


Cuenta la leyenda que un joven brahman hindú dejó su tierra y se internó en la selva camboyana hasta que encontró a unos seres que tenían la peculiaridad de ser personas normales excepto poseer el cuerpo de una serpiente. Eran los Nagas. Recibido con cordialidad, pronto el joven tomó por esposa a la hija del rey. El hijo que nació de esa unión resultó ser el primero de los reyes Funán, del que descenderían los reyes jemeres posteriores. Así se originó Camboya.
En recuerdo de esta leyenda se levantó a finales del s.X este templo piramidal de laterita, de 12 metros de altura y 3 niveles a los que se accedía  por cuatro empinadas escaleras custodiadas por leones, completando la decoración los elefantes que se encontraban en las esquinas.
En el s.XI el rey Suryavarman I edifició el Palacio Real en esta zona (del que no queda nada) y, según cuentan, todos los reyes jemeres tenían que perpetuar el pacto de unión a las nagas subiendo al pabellón que se encontraba en la cúspide (que no era otra cosa que un maravilloso templete con torres de oro) y yacer con una mujer-serpiente cada noche, porque si no lo hacían corría peligro la vida del rey y la seguridad del reino.
Hoy día, cuando subes arriba, no hay ninguna serpiente o mujer con poderes. Solo una simpática señora que te invita a encender una varita de incienso mientras te canta una bella canción o letanía que vete tú a saber lo que significa pero que sonaba a gloria bendita. No podía ser de otra forma estando en lo alto del Templo del Aire.

2 comentarios:

  1. Supongo que estando en un sitio así te da igual lo que al final te hagan decir en una letanía.

    ResponderEliminar
  2. Anda que no me he yacido yo con víboras... Te lo digo: mejor esa señora y su delicioso canto.

    ResponderEliminar