miércoles, 6 de noviembre de 2013
La Ideal
Dos cosas de lo más madrileño que te puedas imaginar son: la Plaza Mayor y un bocadillo de calamares. En la calle Botoneras, 4 (pegando a la plaza) se encuentra el entrañable bar La Ideal, toda una referencia en lo que a tomarse el dichoso bocadillo se refiere. Su precio es 2,70 euros (sin competencia alguna en el mercado). La caña que pides cuesta 1,80 (aunque también hay que decir que es más bien grande y te la acompañan con una bandejita de aceitunas que saben a gloria bendita). Es un bar alargado, de esos de hay sitio al fondo, con la barra de impecable acero inoxidable a un lado y una pared de azulejos con dibujos de columnas en plan palacete, y sus cuadros con paisajes también. Hay bocadillos, pinchos y raciones. Y unos camareros muy amables.
El bocadillo de calamares (versión de la ración de los calamares a la romana) es una de las delicias madrileñas motivada, en primer lugar por la costumbre popular de comer pescado a raíz de las normas religiosas católicas y, sobre todo, a partir de una ley de 1739 por la que se facilita el traslado de pescado fresco desde los puertos a la capital y, a mitad del siglo XIX, por la moda que trajeron los jesuítas romanos de rebozarlos en una peculiar tempura que podría tener su origen en los misioneros portugueses de Japón.
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Así me gusta que me reboces de cultura e historia el bocata calamares, que ya está bien de menospreciar las costumbres ancestrales capitalinas.
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