Cuando los personajes de un cuadro se confunden con los personajes dibujados en el fondo de ese cuadro es el momento perfecto para darle título a un sueño. La gente que pasea sus gozos y sus fantasías por los adoquines de la calle encuentra su reflejo perfecto en los azulejos de las paredes que surge sorpresivamente como el gran espejo del que emana lo mejor y lo peor de lo que somos. Deseo y soledad, arte y desasosiego, alegría y melancolía. Todo junto, todo a la vez a las puertas de un bar. La línea que separa el vino y el frío, la música y el silencio, la algarabía y la rutina. Quien no haya entrado nunca a un bar en busca de una respuesta, no sabe lo que se pierde en la inmensidad de la aventura de la vida. Y es lo que encuentras en los cuadros de Tito: pequeñas preguntas sin importancia. ¿Es más auténtico el beso de la calle o el beso del dibujo?. ¿El hombre guía al perro o el perro guía al hombre?. ¿Da más miedo el marinero contento o el guardia civil de cartón?. ¿Produce más respeto la virgen del cuadro o la folklórica desnuda?. ¿No hay otro cuadro por crear en lo que ocurre en los balcones de arriba?. Picardía, frescura, alegría, inquietud, misterio, humor y sorpresa.
"España Cañí, Madrid", de Tito Lucaveche (desde Marbella para el mundo), y otras historias de la cotidianidad se presentan en la IX Muestra de Arte Naïf Europeo de la Galería Éboli.
Ves lo sabía, es lo que debemos recuperar, pero nos lo están poniendo muy difícil.
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