"El Señor Alcalde de Barrio me informó de mis obligaciones; tener abierta la ermita a las horas de luz, y todo tan limpio como un oro; facilitar, no ayudar, a los señores curas que dijeran misa; podía y debía pedir limosna con la imagen del santo una vez por semana, y lo recaudado serían gajes; si había boda, servir el chocolate en el salón; si turistas, acompañarles y celebrar la gloria de Saturio. Nada me indicaron sobre mujeres; parece que podía tener más que un sultán, siempre que fuera lejos de los recintos sagrados."
(Juan Antonio Gaya Nuño, El santero de San Saturio)
El 19 de junio de 1951 el periódico Campo publica la muerte a los 73 años de Antonino Mateo Tejedor, que había sido durante muchos años santero de San Saturio, al lado del Duero. Gaya Nuño imagina el relato de su novela leyendo los anuncios de la prensa en las que, entre otras cosas, se vendían cuarenta ovejas machorras y veinticinco para parir, se demandaba una sirvienta cuarentona para un cura y, también, se precisaba santero para la ermita soriana. Y decide presentarse él mismo.
La ermita fue construída en el s.XVII, pero la advocación a San Saturio es anterior, ya que la tradición dice que un noble visigodo lo dejó todo para encerrarse a rezar en una cueva. La construcción que vemos es de forma octogonal, arquetipo de los templarios, ya que esta orden militar también ocupó el recinto siglos atrás.
Ahí veo yo campo para la creación de puestos de trabajo.
ResponderEliminarCrees que podría llegar a ser un trabajo con futuro?
ResponderEliminar¡Madre mía!
ResponderEliminarLo veo todo como sacado de una novela de Gabriel Miró..
Por cierto, qué foto más molona has puesto de portada..