lunes, 6 de mayo de 2013

Medinaceli


Cuando caminas por las calles de Medinaceli (Soria) te das cuenta de que ha sido una localidad con un pasado esplendoroso y que el abandono de los últimos siglos le ha permitido congelar en el tiempo sus iglesias, sus palacios y sus tapias de piedra. Ciudad celtíbera, ciudad romana, ciudad árabe, ciudad románica, ciudad judía, ciudad de artistas e intelectuales que recuperaron las casas y los patios con sus esculturas, sus cuadros y su aire loco de vida en un cerro de la meseta castellana.

La ciudad te recibe con un arco romano del s.II, no está claro si dedicado a Trajano o a Adriano. Aunque también puede tener su origen en señalizar la antigua Occilis, primero campamento y después enlace entre Zaragoza y Mérida. Arco único en la península con sus tres puertas: la grande y las dos pequeñas. No cuesta mucho imaginar la entrada a la villa y la muralla rodeando el entorno. Hay una puerta árabe, un castillo (utilizado como cementerio actualmente), ermitas o beaterios con orígenes de mezquita o sinagoga, un nevero medieval, un convento de clarisas (el de Santa Isabel) que hacen unas pastas con romero para chuparse los dedos y una colegiata del s.XVI que como quiera que la lleva el arzobispado, generalmente está cerrada porque no tienen quien la abra.

En Medinaceli hay una plaza dedicada a Almanzor, porque la leyenda dice que después de la derrota en la batalla de Calatañazor, fue aquí donde murió.


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