¿Qué queda de los cines de los años sesenta (del s.XX) que inhundaron las tardes de los sábados de magia y de golosinas el cerebro de varias generaciones de españoles de tantos pequeños pueblos perdidos de España?. Nada, no queda nada.
La localidad de Arcos de Jalón (Soria) fue un importante nudo ferroviario en la línea Madrid-Zaragoza desde finales del s.XIX al encontrarse allí un centro de reparación y depósito de locomotoras que dio trabajo y residencia a muchas familias. A partir de 1950, con la llegada de las máquinas diesel dejó de ser imprescindible ese tipo de tarea. Justo por ese año la parte baja del Casino Arcobrigense se convirtió por obra y gracia de los hermanos Álvaro en el cine Lux.
En 1958 la familia Maroto inaugura con 768 localidades el cine Numancia (600 de patio, 44 de club y 124 de gallinero). La antesala con las escaleras para subir al entresuelo (en cuyo hueco estaba el bar) era la puerta de acceso a un mundo de aventuras, amor y emociones reflejado en una sábana blanca. El cine Numancia estuvo funcionando hasta 1981.
El río Jalón (afluente del Ebro) que pasa por Arcos da al paisaje desniveles en el terreno y frescor en las huertas. Hay un castillo del s.XIV, antigua fortaleza árabe, en el que destaca la Torre del Homenaje, de planta cuadrada, donde se observa el escudo heráldico de los Albornoz, primeros señores de Arcos. En el año 1440 María Manrique, mujer de Gómez de Benavides, vende la villa a Juan de Aguilera, procurador de Luis de la Cerda, conde de Medinaceli.
Las callejuelas empinadas rojas y blancas de Arcos de Jalón tienen esencias castellanas y aragonesas.
Las callejuelas empinadas rojas y blancas de Arcos de Jalón tienen esencias castellanas y aragonesas.
Ya no sólo son los de esa época, sino que salas mucho más modernas están echando el cierre.
ResponderEliminarlos Maroto cerrarían el cine, pero se quedaron a vivir en él los fantasmas del cine Numancia.
ResponderEliminarapenas quedan pueblos donde haya alguna oportunidad de ver películas en pantalla grande. una pena.
Qué maravilla de foto y qué tristeza infinita me entra. Soy un ferviente defensor del cine en la sala y sufro con la muerte anunciada de esta forma de disfrutarlo.
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