Plazoletas de soportales y castillo en las afueras definen el ambiente de la localidad soriana de Berlanga de Duero. Escudos señoriales, picota, palacetes y colegiata gótica. Aquí nació y murió Fray Tomás de Berlanga (1487-1551), dominico especializado en temas geográficos, obispo de Panamá y que en el año 1535, en un viaje hacia Lima, el viento le apartó de su ruta y descubrió, de este modo, las llamadas Islas Galápagos. Un caimán disecado traído de esas tierras en aquellos tiempos cuelga de las paredes de la colegiata de Santa María del Mercado (s.XVI), de tres naves sostenidas por poderosas columnas, con capillas alrededor. El castillo en lo alto de un risco, es del s.XV y fue entregado por Carlos V a la familia Tovar en pago a los servicios prestados en la guerra de las Comunidades. El palacio de los Frías fue un suntuoso edificio del que apenas quedan las trazas de lo que dejaron los franceses en sus saqueos.
Una casa palacio del s.XV de los marqueses de Tovar y Velasco (está claro quienes eran los dueños del pueblo en esa época), acoge la entrañable Casa Vallecas, donde se puede degustar una liebre deshuesada con cebolla caramelizada, una pluma de cerdo ibérico con setas o un muslo de pollo con foie y puré de maíz (del que trajo fray Tomás de América). Cerca de mil habitantes pueblan las calles de Berlanga. En la foto, la Plaza Mayor.
¡Qué quieres!, me da pena ver el patrimonio familiar convertido en figón vallecano.
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