Cuando terminamos nuestro recorrido por los pueblos de Portugal que teníamos previsto visitar, justo antes de entrar en España, nos detuvimos en Penha Garcia, que tiene unos recorridos para pasear en la garganta estrecha y profunda del río Ponsul. En ese entorno se observan, en las piedras, las huellas de trilobites (antrópodos extintos, fósiles del Paleozoico, que desparecieron hace 250 millones de años). Además, el encargado de cuidar esa zona, Domingo, te enseña un molino movido por agua y casas de pizarra con aperos de labranza, además de su pequeño museo de fósiles. El paseo comienza en el castillo de Sancho I, levantado para proteger la villa por su posición estratégica, pasa por la presa de Pego y te devuelve al centro urbano donde hay un tanque para rememorar las guerra portuguesa de Ultramar.
Pero lo mejor de Penha Garcia es el restaurante O Javali, donde comimos (dos personas) bacalao a la dorada, ensalada, vino blanco, agua y tarta de piña por 30 euros. También tienen una playa fluvial (piscina de agua natural) con una impresionante cascada.
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