Situada en la calle Colón, 13 y fundada el 4 de enero 1892, se trata de una bodega repleta de objetos relacionados con el mundo del vino y la cerveza. El toledano Rafael Fernández Bagena llegó a contar con treinta establecimientos que bautizó con el nombre de la comarca vitivinícola que traía vino a granel a la capital de España. De las "ardosas" que quedan, en el año 1970 ésta fue reinventada por Gregorio Monje y sus hijos, que trajeron algo insólito por entonces: el primer grifo de Guinness en Madrid. Fabes con calamares, solomillos de atún, croquetas de cabrales, cazón en adobo, rabas de Cantabria, brandada de bacalao, empanada de bonito y, sobre todo, tortilla de patata (según receta de Concha Marfil, la madre de Angel Monje, actual propietario) constituyen el grueso de una esmerada carta de raciones. "Pruebe el vermut de esta casa", asegura un cartel con visibilidad. Tienen diploma de los Maestros Cerveceros Checos (sirven la Pilsner Urquell) y una foto dedicada de Frank Sinatra. Hasta 1990 hubo en el local un concurso de bebedores de cerveza negra, que dejó de celebrarse por razones de salud. El tablero colocado recuerda que ganó un alemán, aspirante al record Guinness, que se bebió 14 pintas en 3 horas y 22 minutos. Los azulejos levantinos que decoran el local, envuelven al público en un ambiente de bohemia y melancolía.
La he disfrutado en distintas épocas de mi vida y por muy distintas circunstancias. Una estupenda recomendación.
ResponderEliminarRecuerdo al menos otra Ardosa en la calle Santa Engracia.
En estos días que parecía que el Café Gijón iba a cerrar viene bien recordar que estos locales también son un patrimonio cultural.
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