Construído a finales del s.X durante el reinado de Rajendravarman II, de algún modo marcó la pauta para construir templos posteriores ya que, edificado sobre un terreno pantanoso que se encargaba de mandar agua a la zona, pronto se convirtió en un lugar al que siempre había que ir en barca. El propio rey, diez años más tarde, contruyó otro igual a 500 metros.
Tiene tres plataformas superpuestas coronadas en su nivel superior por las cinco torres simbólicas del Monte Meru, con la peculiaridad de que, por la época de la que hablamos, fueron construídas a base de ladrillos y laterita. Estuvo dedicado al dios hinduísta Shiva y todavía pueden contemplarse en sus paredes los agujeros que, en su época, sostenían miles de piedras preciosas.Estatuas de piedra de elefantes están colocadas estratégicamente en las esquinas, así como esculturas de leones en las escaleras, que hacen la función de vigilantes del templo. En el momento de nuestra visita un grupo de personas estaban sentados en el exterior alrededor de unos platos de comida (una cabeza de cerdo, unos plátanos, trocitos de sandía, arroz) entonando unos cánticos y oraciones. Dentro del templo, grupos de niños subían y bajaban las escaleras animadamente, jugando a la vez que rindiendo homenaje a las piedras de sus antepasados. Unos cocos en los que estaban clavadas unas varitas de incienso, velas y hojas a la manera de ofrendas, estaban colocados junto a los leones.
Un precioso momento, supongo que cuando uno visita un espacio de estas características y se encuentra una escena así debe de emocionarse.
ResponderEliminarCuando ves muchos monumentos de un mismo estilo continuamente, las circunstancias de la visita cobran una importancia especial.
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