Los cuadros de Tito Lucaveche (España) cuelgan de las paredes de las antiguas caballerizas del palacio madrileño de Los Guzmanes (principios del s.XVII) o de Domingo Trespalacios (mediado el s.XVIII), según de qué época hablemos. Se trata de la la exposición Arte Naïf Europeo, donde encontramos una muestra de las tendencias actuales de este tipo de pintura. Tito nos presenta dos estampas amables e idílicas. Por un lado el famoso Café Tortoni (1858) de Buenos Aires, donde aparecen en animada tertulia personajes de la vida social y literaria de un momento soñado (Evita, Borges, García Lorca, Gabriela Mistral, Gardel) y, por otro, el restaurante y tienda Lhardy (1839) de la Carrera de San Jerónimo de Madrid en una peculiar estampa de los años 20 con vehículos de aquella época, don Benito Pérez Galdós y una señora que vende violetas.
La pintura naíf juega a eso: saltos en el tiempo y en el espacio donde mirar la vida como algo imaginado o posible. Mirar como contemporáneo lo que sucedió hace un siglo y disfrutar de un cuadro como un escaparate que presenta lo pasado como eterno.
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