lunes, 19 de abril de 2021

Cuestas y casas de colores


Su aire de ciudad colonial, sus laderas, sus aceras enlosadas y sus casas de colores han hecho de Olinda (a seis kilómetros de Recife) Patrimonio de la Humanidad desde 1982. Se fundó en 1535 por Duarte Coelho Pereira (portugués de Oporto) y no olvida su duro pasado: el Mercado de la Ribiera, un edificio del s.XVIII que hoy alberga tiendas de artesanía fue un antiguo mercado de esclavos. En Olinda hay muchas iglesias: el monasterio de San Benito, la Misericordia, la catedral de El Salvador. Y el Museu do Mamulengo, que no es otra cosa que un fascinante universo de títeres, que representan los personajes populares de las historias colectivas que han pasado de generación en generación. Como Lampiao y Maria Bonita, cangaceiros (bandoleros) a los que mató la policía en 1938.

En las calles de Olinda los artesanos venden miniaturas de las fachadas de las casas hechas en madera y pintadas en colores. También a un señor le compramos dulce de coco rallado que iba vendiendo en su entrañable caja de madera. Su fundador dijo en su momento "!Oh, linda ubicación para construir una villa!", y ahí quedó la cosa.

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