domingo, 10 de agosto de 2014
Braga
En vísperas de San Juan, la ciudad de Braga se engalana de guirnaldas y farolillos además de colocar luces por la noche en la fachada de la Arcada, frente a la Plaza de la República (justo donde está el histórico Café Vianna, de 1858)). La antigua Bracara Augusta (fundada por Augusto en el año 16 a.C) de los romanos muestra orgullosa su esplendoroso pasado: las Termas Romanas (s.II), la Fuente del Ídolo (santuario rupestre del s.I) y todo lo que está dentro del Museo Diego de Sousa. La catedral es del s.XI (lo poco que queda) y con una visita guiada puedes ver una serie de capillas (la de San Geraldo tiene la tumba de un arzobispo), subir al coro y visitar el museo (donde ver los zapatos con tacón del citado arzobispo que era muy bajito).
Las calles de la ciudad se enmarcan en el Arco de la Porta Nova. Los Jardines de Santa Bárbara, detrás del antiguo Palacio Episcopal, es uno de los rincones más bucólicos. No hay que perderse una visita a Frigideiras do Cantinho, que es una casa de hojaldres de carne picada del s.XVIII, restaurada de tal forma que encontraron restos de un domus romano en su subsuelo, que se puede ver mientras comes. En Bem Me Quer tienes un exquisito cabrito al horno y en el postre, el suculento pudin Abade de Priscos. A 5 kilómetros de Braga está el santuario de Bom Jesus, que es una excursión agradable y con una gran escalinata para subir y bajar.
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No creas, estoy tomando nota de este periplo que me queda mucho Portugal por conocer.
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