La iglesia de Santa María de Lara en Quintanilla de las Viñas (Burgos) es una de las pocas joyas del arte visigodo que quedan en España. Su origen se remonta al siglo VII. La leyenda dice que fue doña Lambra la dama que contribuyó económicamente a su construcción (por la inscripción flammola). Situada cerca del castillo donde nació el conde Fernán González, hay documentos que indican que en el siglo X recibió una donación de su madre. Un siglo después depende del monasterio de San Pedro de Arlanza y, más tarde, derribada y olvidada, pasó al olvido. Fue en 1921 cuando el párroco del lugar descubrió y valoró sus ruinas, ocultas por la maleza. Lo que hoy se ve es la parte central de la cabecera.
Tenía 23 metros de largo y 21 de ancho. En origen, tenía forma de cruz latina. Parece ser que las piedras proceden de una antigua edificación romana. Sus paredes exteriores tienen frisos decorados con vides, flores y vegetales. En su interior, el arco toral enmarca el ábside y descansa sobre dos ménsulas (con los símbolos del sol y la luna) apoyadas en dos columnas de mármol. También hay otros dos sillares (que, a su vez, debieron pertener a un arco desaparecido) con figuras entre dos ángeles que las protegen.
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