lunes, 22 de agosto de 2011

La Puszta







La Puszta (llanura) es el corazón de Hungría. La gran estepa del interior del país es, desde 1999, patrimonio de la humanidad (Parque Nacional de Hortobágy-La Puszta). Son tierras planas donde se siente además del entorno de los campos y los animales un auténtico estado de ánimo. En ese sentido la puszta es también el vacío, la desolación, la amplitud de un paisaje que se pierde en el infinito y que no acaba. Hay ovejas con cuernos, cerdos peludos, caballos y búfalos. También hay pozos de agua con la característica pértiga señalando el lugar de donde sale. En algún lugar próximo a Keckskemét, cerca de la ciudad de Kerekegyháza, se halla un complejo turístico denominado Varga Tanya donde vivimos la experiencia de pasar una jornada en una granja. Nos reciben con una copita de pálinka y un bollito de pan. Allí, acompañados de unos músicos zíngaros que nos amenizaban la comida, probamos la sopa gulash (guiso de ternera con pimentón y patatas), pollo relleno y pinchos de cerdo y un postre de queso. Nos montaron en un carro guiado por caballos y nos llevaron a dar una vuelta por una casa con animales domésticos (una niña nos ofrecía rodajas de chorizo y nos pudimos asomar al interior de las habitaciones). Luego nos ofrecieron un espectáculo de caballos en los que comprobamos el manejo de los vaqueros húngaros llamados csikós que llegaban a guiar ¡8 caballos a la vez!. También sacaron a relucir unos maravillos caballos nonios, que es la raza autóctona.



Gyula Illés escribió en 1936 Gente de la pusztas: "La gente de las pusztas, lo sé por experiencia, es servil, sumisa. No lo es de forma calculada y consciente; por la expresión y también por el hecho de que levanta la cabeza incluso cuando grita un pájaro, se le nota que lo es desde siempre, por la sangre, por una experiencia milenaria..." Es un libro que habla sobre las costumbres domésticas y el caracter de los campesinos húngaros.



La Puszta es el retrato de la profunda Europa: las praderas de rebaños de vacas se van transformando en campos de cultivo donde crece el maíz, el trigo o los girasoles gracias también a sistemas de riego adecuados para las plantas. Y así, de los campos desolados por guerras y batallas, surge un nuevo paisaje rico y productivo, una despensa de comida, arte y poesía.



Y ENTRE TANTAS DESVENTURAS

DESPUÉS DE TANTAS DISCORDIAS

AUNQUE ESCASEADA PERO NO ROTA

VIVE LA NACION EN ESTA PATRIA...



AÚN HA DE VENIR Y VENDRÁ

UNA ERA MEJOR, DESPUÉS DE LA CUAL

UNA PLEGARIA FERVIENTE ESTARÁ

DE MILES EN LA BOCA...



Mihály Vörosmarty, 1836, Llamamiento

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