En Caracena hay dos iglesias. Una arriba y otra abajo, las dos románicas del siglo XII. Nada más llegar al pueblo, a la izquierda, está la iglesia de Santa María, que tiene dos portadas (una da al cementerio) y ventanas con decoraciones. Cuando pasas la plaza (hay un rollo jurisdiccional de 1738) y subes hacia adelante, ya a la salida de la localidad, está la iglesia de San Pedro que tiene galería porticada. Son siete arcos apoyados en columnas dobles (en el arco mayor cuádruples y, las de un lado, torsionadas). En los capiteles encontramos los temas de combate entre caballeros, caza de jabalí, doce personajes o la Resurrección de Cristo con el sepulcro vacío. Además, 600 metros más arriba está el espectacular castillo (anterior al siglo XII y reconstruido en el XV). Lavadero, fuente, cárcel y Casa de la Tierra (solo fachada, con ventana conupial) completan el entramado medieval del pueblo.
También está aquí Nuestra Tierra. Pedimos focaccia de morcilla, croquetas de rabo, steak tartar y cochinillo confitado. En los postres flan de toffee y crema de queso. Con copas de ribera joven Silentium, agua y cafés, el precio fue de 82 euros. Nos atendieron muy bien. Es un milagro que en una localidad de unos 15 habitantes haya un restaurante tan especial.
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