miércoles, 20 de julio de 2011

Sábado Agés





Con los toros muertos, ahora hay que repartirse la carne. Por la mañana, todos los sorianos que han entrado en fiestas tienen derecho a recoger su tajada (envasada al vacío), mientras en los locales de las cuadrillas se les ofrece moscatel y galletas o asadurilla estofada y vino. Por la tarde, la subasta de los despojos del toro. Curiosa fiesta en la que un señor con la voz potente va ofreciendo ordenadamente las distintas partes del toro: rabo, patas, testículos y por supuesto, maravillosas trozos de solomillo, redondo, babilla o lomo. Lanza un precio y el público va pujando. Más vale, dice el subastador. Y lo que vale va subiendo, mientras va animando a los cuatros que no deje de correr la bota de vino y manda a los músicos que toquen alguna pieza breve para animar el ambiente. Cuando el trozo de carne alcanza su precio final (a la una, a las dos y a las tres), el afortunado tendrá su nombre grabado en el libro de cuadrilla. Hay que decir que el que toca la pieza a subastar inmediatamente ha subido la puja (aun sin quererlo). También se subastan las botas de vino, bellamente decoradas para la ocasión. Se puede llegar a pagar por una de ellas hasta 400 euros tan ricamente (suelen tener un dibujo alusivo a las fiestas). El subastador acaba con la voz rota y el público, alegre por los tragos.

1 comentario:

  1. Esta es la penúltima, ahora todo cobra sentido, así que has andado de festejos, eso está bien, que tal y como anda el patio más vale andar distraído y si el final es buen guiso de toro de lidia, mejor que mejor, envidia me das, que aquí nos han quitado el guiso de rabo de toro por un quítame ahí este nacionalismo.

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