martes, 19 de julio de 2011

Viernes De Toros



Una vez que los toros ya están en los corrales (normalmente llegan todos: doce) el viernes es el día de la corrida. Bueno, dos, una por la mañana y otra por la tarde. Cada cuadrilla (los doce barrios en los que se divide la ciudad de Soria) tiene su toro, con su cachirulo, sus banderillas y su torero medio asustado porque no entiende dónde se ha metido. Un ruedo en el que la gente no tiene prisa por desocupar, un callejón en el que no cabe un solo alfiler, doce charangas tocando desaforadamente pasodobles (generalmente varias al mismo tiempo), el respetable zampándose un bocadillo enorme y bebiendo vino de la bota, los jurados (alcaldes de barrio en fiestas) en el balconcillo presidencial recibiendo la montera y entregando el sobre con la propina y, por supuesto, todo el mundo gritando, aplaudiendo, jaloneando, cantando a grito pelado. Frente a frente, toro y torero se enfrentan a su destino, que en la mayoría de los casos es que muere el animal y se lo llevan las mulillas. Si lo hace bien, le darán la vuelta al ruedo a hombros (sobrarán voluntarios), le lanzarán un buen puñado de ramos de flores y posiblemente reciba la ovación más grande de su vida, ya que La Chata, aun siendo pequeña, es muy agradecida. Las cuadrillas abandonarán la plaza como entraron: dando botes, con curiosos pasos saltarines.

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