miércoles, 27 de julio de 2011

Budapest




Budapest es más que una ciudad un estado de ánimo. Es la belle epoque, el art noveau, los locos años veinte, los cafetines de la bohemia, los tranvías, los balnearios, las pastelerías con sillas Luis XV, las galerías comerciales, los pintores y los músicos, las cervecerías, las fachadas de cerámica, lo neogótico, lo neobarroco, lo neoclásico, una estatua en cada plaza, las tiendas de porcelana, palacios reales sin reyes, locales de vinos y medallones de ternera de diez centímetros de grosor, pianistas y violinistas, emperatrices maniacodepresivas, científicos que te sacan de la manga la holografía, la dinamo o los fósforos, baños turcos, sinagogas judías, futbolistas y ajedrecistas, obispos arrojados en un tonel por la ladera de una montaña, un río muy ancho, una ciudad romana del siglo II, barras de salami y latas de foie gras. Una ciudad inventada en 1896 con palacios, museos, metro, avenidas y puentes. Sol y al rato lluvia. Comunista, judía, católica, ortodoxa, calvinista, gitana, griega, otomana, magiar. Ciudad de piscinas y de bloques de apartamentos. Ciudad de palacetes y de gente que se va y no vuelve. Ciudad de zapatos abandonados, tirados, perdidos, extraviados. Vidrieras, columnas, lámparas. Maletas, carnets, frío. En Budapest todavía hay huellas de metralla en las fachadas de algunos edificios.

2 comentarios:

  1. La conocí a no se cuantos grados bajo cero, completamente nevada. Después volvería para una estancia rápida en uno de esos maravillosos hoteles balneario del los años veinte.
    Es guapa pero.... nunca ligué.

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  2. Una de tantas asignaturas pendientes...

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