viernes, 10 de febrero de 2012

Bonita vista en El Olivar


"El Olivar está a media legua de Budia, monte arriba. Es un pueblo miserable, perdido en la sierra, en tierra de lobos y rodeado de barrancos. Un pastor guarda la majada en el hocino de un arroyo. Es un hombre cincuentón, barbaján, con la piel curtida, que habla poco al principio, hasta que se va animando. Se llama Roque y ha cazado un garduño a palos...

El viajero y el pastor, en la subida, cambian un trozo de cecina por dos naranjas. Después beben un trago de la cantimplora.

-Bonita vista.

-Sí, eso dicen. OIga, ¿usted no será de Guadalajara, por un casual?

-No, ¿por qué?

-Por nada; todos los de Guadalajara, cuando suben hasta aquí, dicen lo mismo."

El pueblo de pastores que visitara Cela en 1946 no tiene nada que ver con el actual, lleno de casas reconstruídas, restaurantes con encanto y tiendas de antigüedades. Eso sí, la bonita vista sigue siendo la misma y ahora lo que se contempla es el embalse de Entrepeñas, inaugurado diez años más tarde en el cauce del río Tajo. El Olivar tiene una iglesia del s.XVI obra del maestro cantero Pedro de Bocerraiz, un ayuntamiento de tradición popular del s.XVIII y el estupendo restaurante Nacha, donde probé unos deliciosos canelones de patata, boletus y rabo de toro. (Nada que ver con el trozo de cecina de don Camilo).

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