miércoles, 6 de febrero de 2013

La Cárcel Real


En la misma calle del convento de las franciscanas, enfrente, se encuentra el Museo de la Cárcel Real de Coria (Las Monjas, 2). Se trata de un edificio construído en 1686 sobre una antigua prisión que no presentaba ninguna seguridad y se decidió sustituir por otra mucho mejor diseñada.
Así tenemos ante nuestros ojos un imponente edificio fabricado en ladrillo cocido y reforzado en las esquinas, en las puertas y en las ventanas con contundentes piezas de granito. Tiene dos plantas y una magnífica escalera que las comunica (igualmente de granito). Sobre la puerta de entrada, el escudo de la ciudad: un león (entonces Reino de León) rodeado de ocho torres o fortalezas que tenía bajo su protección.
Una vez restaurado el edificio en 1999, es ahora el Museo de la historia y la costumbres de la ciudad. En la planta baja, además de las celdas están la sala de audiencias y la de los carceleros. En la planta alta, más celdas, el salón del alcaide y la cocina. Pero las habitaciones ahora muestran la prehistoria, la huella de los vettones, el paso del imperio romano y de los visigodos. También explican el Fuero de Coria, otorgado hacia el año 1164 por Fernando II y que explicaba las normas de convivencia en la ciudad. En otra sala, hay fotos y carteles de las Fiestas de San Juan y del famoso toro que sueltan.

Pegando a la cárcel, el mejor restaurante de la localidad: El Bobo de Coria (Las Monjas,6). Aquí puedes degustar un exquisito solomillo ibérico con salsa de almendras o unos chipirones rellenos de gambas acompañados de un delicioso vino extrmeño Habla del Silencio. Te obsequian al pedir la cuenta con una selección de chupitos: hierbas, orujo y limoncello, dejándote las botellas en la mesa a tu albedrío.

2 comentarios:

  1. Seguro que llegaste al Bobo de Coria sin necesidad de plano o indicación alguna, como abducido por la sabiduría previa adquirida, orientado por una extraña fuerza interior que te hizo plantarte sin titubeos en el lugar adecuado, donde todos estaban ya esperándote..

    ResponderEliminar
  2. No hay nada como una buena pitanza, a fin de sentirnos vivos, tras una más que curiosa visita cultural.

    ResponderEliminar