sábado, 23 de septiembre de 2017

Monasterio de Sant Cugat del Vallés


El Monasterio de Sant Cugat del Vallés, en la ciudad del mismo nombre, a 15 kilómetros de Barcelona, fue abadía benedictina fundada en el s.IX justo en el lugar donde antes hubo una iglesia visigótica que, a su vez, aprovechaba restos de la ciudad romana de Octaviano. Se cree que en esa antigua iglesia se conservaban los restos de San Cucufato (Sant Cugat, martir cristiano del s.III). A finales del s.X el abad Odón realizó la consolidación del monasterio una vez deteriorado por el paso de Almanzor (como vemos, Almanzor se dedicó a visitar, uno a uno, todos los monasterios de Cataluña). Los monjes habitaron el lugar hasta 1835.

La fachada principal es del s.XIV y cuenta con un gran rosetón (8,2 metros de diámetro) y dos óculos. La puerta tiene arcos ojivales que descansan en capiteles apoyados en columnas. En su interior hay tres naves y tres ábsides. En uno de ellos se puede contemplar el maravilloso retablo de Santa María de Todos los Santos, realizado por Pere Serra en 1400. El cimborrio  tiene ocho caras y, en cada una de ellas, un ventanal. El espectacular claustro románico del s.XII cuenta con 144 capiteles esculpidos con piedras de la cantera de Montjuïc por Arnau Cadell. Tienen temática vegetal, escenas monacales y episodios del cristianismo. En el s.XVI se añade un segundo piso. Un palacio abacial y un recinto amurallado, del que aún quedan torreones, completan el entorno del monasterio.

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