Es una de las tabernas más antiguas de Madrid. Data de 1827 y ocupa la finca donde vivió Miguel de Cervantes mientras escribía la segunda parte de El Quijote y Los trabajos de Persiles y Segismunda. Estamos hablando del número 18 de la calle Huertas.
Todo tiene el ambiente de lo tradicional convenientemente adaptado a los nuevos tiempos: su barra de ónix y madera, su mamómetro de fabricación de agua de Seltz, sus motivos taurinos. Las especialidades son los callos a la madrileña, las manitas de cerdo, las albóndigas de ternera y los calamares a la plancha.
Nosotos pedimos un vermú de grifo y nos pusieron una deliciosa ración de torreznos. Animados por el ambiente, pedimos unos tigres (bechamel y mejillones a la manera de las croquetas servidos en la propia cáscara).
Debe de venir en las guías de locales con encanto, porque estaba llena de turistas. Hay unas mesitas de madera con taburetes que le dan un aire antiguo al asunto. Los camareros, muy profesionales.
Estas cosas son las que más me resultan entrañables de Madrid.
ResponderEliminarbienvenido de nuevo a la blogosfera.
ResponderEliminar...feliz regreso...
Aaaah casa Alberto, buen vermú y buenos calamares y esa es una buena carta de presentación en los madriles.
ResponderEliminarMuy bonito tu blog nuevo, Deme. Un besín.