domingo, 7 de agosto de 2022

Labastida


Nuestro viaje por Álava comenzó en Labastida, puerto de entrada a la Rioja Alavesa, tierra de vinos y de palacios. Recorrimos la calle Frontín, con sus animadas tabernas (Vanerik, Bastida´s -donde pedimos un exquisito Solagüen blanco que un señor nos recomendó en la calle-) hasta alcanzar la Plaza de la Paz donde se encuentra la iglesia de Ntra.Sra. de la Asunción (s.XVI-XVIII) con un espectacular retablo barroco. Desde allí, por la calle Mayor, repleta de casas señoriales con unos portales abiertos maravillosos, llegamos al Arco de Larrazuría y, subiendo una cuesta,alcanzamos el Arco de Toloño y la Ermita del Cristo (románica y gótica). Desde estas alturas, se ve una impresionante vista de la villa y se observa el trazado de sus murallas. El Lagar de la Mota es una reliquia de las actividades antiguas vinícolas. 

En Asador Alai probamos chorizo, morcilla, chuletillas de cordero al sarmiento y goxua (postre vitoriano de nata, crema y bizcocho). Con copa de crianza, sale a unos 24 euros por persona. Labastida quiere decir fortaleza de piedra y, efectivamente, fue plaza codiciada por Navarra y Castilla. En el s.XVI ya pasa a Álava y es cuando vive su momento de esplendor. 

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