miércoles, 13 de enero de 2021

Castillo y judería


La muralla de Soria tenía una anchura de entre 1,70 y 2,50 metros y en muchos de sus puntos superaba una altura de 7 metros. Su trazado estuvo condicionado por los dos cerros que había que proteger. En el del castillo, un gran recinto ocupaba la parte superior del monte, con un lienzo de muralla que bajaba hasta el río Duero y que servía de barrera de protección. Torre del homenaje rodeada de cuatro más pequeñas, graneros, almacenes, aljibe, puertas... A principios del s.XVIII todavía podía contemplarse un impresionante edificio, tal como lo pintó  Juan Antonio Zapata en los frescos de la ermita de San Saturio. Hoy apenas quedan cuatro piedras pero, eso sí, en un parque que rodea el parador de turismo que es uno de los lugares con más encanto de la ciudad.

Las piedras protegían personas y casas, pero también zonas de cultivo y ganado, por lo que en caso de necesidad, la ciudad estaba abastecida. En los alrededores del castillo, según datos aportados por el corregidor de Soria en 1585, hubo trescientas casas de judíos. No vivían en el castillo, sino que desarrollaban labores de defensa de la fortaleza a cambio de libertad de movimientos. La Aljama judía de Soria llegaría a ser una de las diez más importantes en la Castilla del s.XV. Estaría localizada entorno a la actual calle Teatro, que baja desde la zona del castillo hasta la Plaza Mayor (desde Caballeros a Betetas).

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