domingo, 5 de abril de 2020

El Tiempo del Sueño




En el principio, no había nada. La vida era una masa embrionaria inmensa. Entonces, los Seres Totémicos Espirituales se pusieron a trabajar. Era el Tiempo del Sueño y por eso, soñando, apareció el fuego, y luego el aire, y luego la lluvia, y después el pez, y la tortuga, y el lagarto, y el águila. El sueño continuó en la zarigüeya, y en el canguro, y en el hombre. Moviendo desde el sueño a las acciones, los ancestros crearon las plantas y las montañas. Todo fue creado desde la misma materia, todo está relacionado: la trayectoria de una hormiga, la caída de la rama de un árbol o la grieta que surge en una roca. Porque todo viene del Alma, algo anterior incluso a la existencia del ser humano.

El hombre comprendió el sueño y empezó, a su vez, a soñar. Y soñó que contaría el secreto a sus descendientes: la Tierra es sagrada y el hombre debe ser su protector. La creación es continua y se da en el presente eterno y en el real: la Tierra está viva porque la eternidad es, justamente, ahora. Vivimos a medio camino de dos corrientes: la actividad diaria y el Tiempo del Sueño (más real que la realidad misma) en el que los valores, los símbolos y las leyes explican lo que somos.

Hay que mantener la Tierra como estaba el primer día. Nuestro bello mundo ha sido creado de acuerdo con el poder, la sabiduría y las intenciones de nuestros antepasados.




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