martes, 14 de abril de 2020

Roble



En los desiertos hay robles que no son como los nuestros. Son de otra clase, de otra forma, con otras hojas: están acostumbrados a poca agua, y sobreviven en una tierra que parece arena. ¿Así será nuestro futuro? ¿Seremos los mismos en un desierto de besos, abrazos, conversaciones, apretones en los bares, susurros en las confidencias? Dicen los expertos que durante los próximos meses la gente tendrá miedo a la gente: al cruzarse en una acera, al acercarse alguien para hacer un comentario, la duda ante el saludo, el asiento de al lado en el metro.

Las relaciones sociales cambiarán, es lo que ya nos temíamos y ahora se está cumpliendo: proliferará la amistad digital en vez de quedar en una cafetería a tomar algo. El Gobierno se ha empeñado en enseñarnos lo bien que se está en casa y, a la larga, puede que tengan razón: en la casa no se tose, no se estornuda, no se ríe, no se canta, no se baila, no se huele la piel de un extraño, no se alza la voz, no sale desorbitado el aliento. No hay nada más triste que tomarse una copa de vino de pie en la cocina.

En la calle (esa calle a la que da pánico salir porque en ella están concentrados todos los males del mundo) te juegas la vida. A no ser que tengas suerte: que seas un roble del desierto.

2 comentarios:

  1. Yo soy de los que piensan que volveremos a tomar las calles después de esto.

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  2. LOs robles del desierto son duros, fuertes y sobreviven gracias a que guardan la distancia de seguridad entre ellos, saben que si la traspasan quitan el alimento a los demás, son sabios, aprendamos de ellos

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